miércoles, 19 de mayo de 2010

¡Un hijo es todo!


Por: Belén Espejo

Enrique y Marta trabajan en el mercado artesanal. Los dos con un objetivo claro: el futuro de su pequeño hijo Jorge.


Se levantan a las seis de la mañana. Jorge hace el desayuno mientras Marta viste a Jorge, su único hijo. Tiene cinco años. Cierran bien la puerta del cuarto donde viven, ubicado en la villaflora, por miedo a que les roben “las pocas cosas” que tienen.

Caminan tres cuadras y cogen el bus para dejarle a Jorge en el jardín particular San José de la Providencia. Del jardín al trabajo. Cada uno tiene un local. Marta vende todo lo que es alpaca, tejidos y lana. Enrique vende “de todo un poco”, excepto prendas de vestir.

Enrique es de Otavalo y Marta de Quilotoa. Están en el mercado hace dos años. Antes tenían un pequeño negocio en el Panecillo. Pero “las ventas no eran muy buenas” por eso decidieron ir a la Mariscal.

Desde las ocho de la mañana ya están listos para atender a sus clientes. Trabajan hasta las siete, de lunes a domingo. “El trabajo es duro, no tenemos descanso” expresa Enrique, con cierta tristeza en su tono de voz.

Encargan sus negocios a “los vecinos”. Enrique sale a las doce y media para retirar a Jorge del Jardín. Marta, en cambio, a la una. A esta hora se junta la familia Ramos – Simbaña, en la puerta principal del artesanal, para ir a almorzar.

Enrique es un hombre muy callado. Le cuesta dar a conocer sus sentimientos. A pesar de ser muy joven, su rostro, especialmente sus ojos, reflejan cierta angustia.

¿Por qué angustia? “A mi hijito le quiero mucho, quiero hacerle estudiar pero me da miedo ya no tener las fuerzas para seguir trabajando (…) no quiero que este como nosotros en el mercado, quiero que tenga su profesión”.

Enrique afirma que el negocio ha bajado. Trabajan todos los días del año pero, lamentablemente, no tienen ganancias. “Con las justas se saca para el arriendo del cuarto, la luz, el agua, la comida y la pensión del Jorge”. “Rapidito viene el mes”, añade. Los locales les presta el tío de Marta que vive en España.

La competencia es grande. Hay 197 locales que venden similares productos. Marta y Enrique se esmeran día a día para ofrecer variedad y calidez a sus clientes. Siempre pensando en Jorge.

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