
Por: Andrea Pulla
El Mercado Artesanal tiene ocho locales especializados en perforaciones de labios, obligos, cejas, orejas y donde la imaginación le permita portar un arete. El dolor no es razón suficiente para dejar de lado la satisfacción de poseer uno de estos accesorios corporales. Jóvenes desde los 12 años, hasta adultos de 50 son clientes de esta moda, que más que pasajera, sigue dándole trabajo a jóvenes perforadores, que con un curso o dos, está listos a aplicar sus conocimientos.
Jaime, uno de los más antiguos en el lugar, dice tener una clientela fiel que se mantiene a su lado por la calidad del servicio y la amabilidad de sus vendedores. El punto clave del negocio es la seguridad que se brinda al momento de colocar el piercing, es necesario contar con instrumental esterilizado, alcohol antiséptico, anestésico tópico o local, dependiendo del lugar en el que se perfore, y guantes.
Existe cierto peligro de contagio de cientos de enfermedades si no se toman estas precauciones, lo básico es tener agujas personales que sean usadas una sola vez.
Los perforadores también están expuestos, porque como dice Jaime “nadie sabe lo de nadie” por lo que cautelosamente se fían de la experiencia que es un arma eficaz en este trabajo.
Los cursos que ofrece la Cruz Roja Ecuatoriana (mayor información www.cruzrojainstituto.edu.ec) cada mes y de manera constante, en horarios flexibles, han sido aprovechados por estos jóvenes, pequeñas charlas y talleres son fuente de sabiduría en un espacio que aún no tiene una especialización.
El Ministerio de Salud otorga permisos de funcionamiento a estos locales de piercing, pero estos permisos no son especializados, pertenecen a la categoría general, pero deben ser adquiridos por todos quienes practiquen esta labor de manera pública.
Mariana Tello, propietaria de uno de estos locales tiene el permiso correspondiente y recibe una visita anual de agentes del Ministerio que llegan sorpresivamente para chequear que todo esté en orden. José Cotero trabaja 5 años en el local y manifiesta que no cualquiera puede hacer este trabajo, es necesaria una capacitación, que aunque breve, hace una abismal diferencia.
La conciencia de un cuidado posterior a la perforación queda en cada uno de los clientes, nunca falta el consejo del agüita de manzanilla o matico, o la prohibición de comer mariscos o carne de chanco por unos días, todo ello para evitar una infección, pero tampoco ha faltado quienes no se han preocupado en los cuidados y han regresado con una queja que a la final se desvanece.
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