miércoles, 26 de mayo de 2010

El guardia


Por: Belén Espejo

Toda profesión tiene su riesgo. Pero, la de Carlos un poco más. Trabaja, arriesgando su vida.

No es alto ni corpulento, pero es guardia. Su uniforme, chaleco antibalas, pistola, tolete y gas, quizá, le hacen sentir más confianza. Estos elementos, probablemente, le dan seguridad a la hora de “ubicar y coger a un delincuente”.

“El”, “el don guardia”, el “guardia”, como le llaman la mayoría de personas, es Carlos Moreno. Desde pequeño le gustó esta profesión. Ha realizado cursos de seguridad ciudadana y personal. Trabajó diez años en el Filanbanco. Después del cierre del banco, ingresó al departamento de seguridad del Centro Médico Benalcazar.

“Hay personas que no saben tratar”. “Yo salí por la esposa de un médico (…) ellos cogieron la administración”. “Sabía que me iban a echar entonces me bote”. Esas fueron las razones por las que don Carlos, después de cinco años de labor, decidió renunciar al Centro Médico Benalcazar.

Estuvo un año sin trabajo. Es padre de tres hijos. Los dos primeros ya son casados, “ya no cuentan”, dice entre risas. Pero, Karla, aún depende de su familia. “El año sin trabajo fue duro, pero gracias a Dios salimos adelante”. Carlos junto a Julia Luna, su esposa, se dedicaron a reciclar envases de las fábricas para posteriormente venderlos. Así, lograron sobrevivir.

Hace tres meses, Carlos forma parte de Avisep, una compañía de Seguridad. Y es así como, nuevamente, colabora “dando seguridad”: labor que le gusta y le apasiona. Trabaja todos los días, excepto los miércoles. Los lunes y martes son sus veladas, de 19:00 a 07:00. Los jueves, viernes y sábados de 07:00 a 19:00. Y los domingos, para completar las horas, en el Estadio de la Liga, de 07:00 a 19:00.

Desempeña sus funciones junto a tres personas más: dos personas adentro y dos afuera del Artesanal. Carlos confiesa que hay delincuencia en el sector y más en el interior del Mercado. “A los jóvenes hay que tenerles miedo, ellos son los que más roban”, dice Carlos.

Asegura, también, tener “buen ojo” para reconocer a un ladrón. Entran en grupo. No necesariamente deben ser mal encarados ni mal vestidos, apariencias engañan. Se dan vueltas y vueltas y no compran nada. Traen carteras grandes o mochilas para meter lo que roban. Éstas, son para Carlos, las características que le hacen sospechar.

Gana 300 dólares. Trabaja doce horas diarias, 72 semanales y 288 al mes. Lamentablemente, un sueldo que no equivale al riesgo de su profesión. Ó ¿un dólar con cuatro centavos es el valor por la vida de Carlos y miles de personas que visitan el Artesanal?



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