miércoles, 7 de julio de 2010

"La Cuenquita de los Iglesias"


Por: Belén Espejo

El barro es su instrumento de trabajo. Sus manos son las encargadas de dar forma al barro. Las vasijas, los animales y demás productos son sus obras. La familia Iglesias, de generación en generación, se ha dedicado a la alfarería.

Juanita Iglesias tiene 36 años. “Desde que tengo uso de razón me dediqué a cocer el barro”. Desde pequeña le gustaba estar a lado de su madre Patricia. “Cuando mi mamacita estaba modelando una vasija, sentada le veía y así aprendí”, afirma.

Los Iglesias son de Cuenca. Ahí tienen una pequeña empresa familiar “La Cuenquita de los Iglesias”. Trabajan quince personas. Las piezas las hacen en Cuenca ya que, solamente, ahí tienen un taller. Luego las traen “bien embaladitas” a Quito, al local 87 del Mercado Artesanal.

En el Mercado Artesanal tienen ¡de todo un poco! “Siempre tratamos de traer lo que más se vende”. “Lo que más sale”, especialmente por los turistas, son las figuras de animales, los floreros y los platos.

La técnica de modelado que utilizan en “La Cuenquita de los Iglesias” es la misma que antiguamente. Pero, ¿cuál es? Juanita explica que sobre una rueda se coloca la maya (un anillo de barro), sobre la maya se pone la lusia (una especie de plato resbaladizo), y encima de la lusia es donde se hacen las artesanías, mediante la técnica de urdido. Es decir, al asiento de la pieza, se van añadiendo trozos de barro que, con ambas manos, se van pegando al borde del mismo, y se van estirando. Así, hasta el final.

La alfarería es una tradición solo para mujeres asegura Juanita. De las quince personas que trabajan en el taller, solo dos son hombres. Ellos se encargan del “trabajo pesado”: mantenimiento de hornos, preparación del barro y empaquetamiento del producto.

“Las mujeres somos cautelosas, más detallistas” y “hacemos mejor el trabajo”, añade Juanita, entre risas. Aparte de realizar el moldado de las piezas, las secan, esmaltan y cocen. Cuando hace frio, “se cuecen en una habitación con aire” o sino con ayuda del sol.

En Cuenca, los turistas prefieren que “se vea el color natural del barro”. En cambio, en Quito, optan por esta nueva tendencia del blanco – negro. Hay piezas grandes, medianas y pequeñas. De todo precio. Lo más cara son las figuras de “cholas cuencanas” cuestan de entre 120 dólares a 80, dependiendo de su tamaño.

“La Cuenquita de los Iglesias” quiere expandirse y llegar a ser “el Ecuador de los Iglesias”. Es un proyecto a largo plazo que “a peso lento pero seguro” lo lograrán.

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