Por: Belén Espejo
Los comerciantes del artesanal –como se le conoce- no sólo son personas de Otavalo, Chimborazo e Imbabura sino también de Quito y Ambato.
María Elena Ruíz asegura que “lo novedoso del mercado es que sea un mercado si fuera un centro comercial no sería lo mismo. En los países industrializados no hay mercados en cambio centros comerciales hasta mejores que acá”. El trato que se les da a las personas que visitan los locales es amable y respetuoso. Pero María Elena pide que sea correspondida esa camaradería, principalmente por los compradores nacionales. “Ellos son agrandados, se creen más porque no tienen un anaco y alpargatas”.
Variedad es la característica que posee este sitio. No sólo joyas, bisutería, adornos, ropa sino también todo en artículos de cuero. “Siga, siga. ¿Desea algo en cuero?” Es la pregunta que Adriana Pérez, del local 180, dice para llamar la atención de las personas que pasan. Adriana, entre risas, confiesa que prefiere al extranjero ya que “paga sin regatear ni quejarse”.
Cinco pasillos, 197 locales, que encierran la cultura y recursos ecuatorianos, demostrando que “lo que es hecho en Ecuador, sí es bueno”.
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