miércoles, 9 de junio de 2010

Infancia ¿Por qué pasado y no futuro?

Por: Sara Michelena

Cuando pones en Google la palabra: sueño * niño, las primeras sugerencias tratan de la vuelta a la infancia, buenos augurios, lindos planes y cosas buenas para el soñante. Cuando tecleas: sueños de los niños, te refiere a consejos a los padres, cantidad de horas de sueño, pesadillas y trastornos escolares.

En ambas búsquedas lo más importante es la palabra sueño y no la palaba niño.

¿Hay posibilidades de cumplir los sueños sin educación? Siendo optimistas. La probabilidad es casi nula.

Pequeñas figuras del Mercado Artesanal de la Mariscal. Yarina, Sisa, Saigua, Mateo, y Sharyl, son pocos de los millones de niños que aún no acceden a la educación que asegura el Estado en la Sección Octava de la Carta Magna.

Ven pasar las horas junto a sus padres o reunidos en el corredor central jugando a ser grandes. A media tarde. Un pequeño que grita una y otra vez. Sube y baja saltando de la banca y aireando su billete de un dólar. Ocho pequeños comienzan a imitar. Como cuando empieza caer el dominó, todos van alzando la voz en cadena.

Mientras uno toma la foto el otro se encarga de repartir el dólar. ¡Un dólar! ¡One dollar! ¡One dollar! ¡Un dólar! ¡One dollar! ¡One dollar! El sonido es cada es más fuerte, más agudo.

Disfrutan del sol y la lluvia mientras en la espalda de los padres queda la sensación de deberles algo. ¿Llevarlos al trabajo dejarlos en la escuela? Todavía no hay la segunda opción.

Llegó la oscuridad. Según el informe publicado en el 2006 por UNICEF, esta noche solo el 20% de niños ecuatorianos dormirá pensando la escuela. El 80% restante recordará el delicioso helado que compró con one dollar y ayudará a sus padres a empacar la mercadería de mañana.

Al otro lado del mundo. Mientras enseñan las fotografías quizás entre risas recordarán como un par chiquillos sin saber hablar ya sabían pedir one dollar al “gringo”.

En este lado del mundo, los infantes juegan a tener su propio mercado, aprenden del sacrificio de sus padres. Simulan la construcción de un futuro que sin educación difícilmente llegará.

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